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Profesor: Daniel La Parra
E-mail: daniel.laparra@ua.es
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martes, 11 de marzo de 2014

Nuevos ciudadanos, aves de paso y minorías

Esta entrada pertenece al tema 3 (ver contenidos)


El proceso migratorio estudiado por los clásicos de la Escuela de Chicago entendía que las trayectorias migratorias finalizaban en la asimilación cultural, definida esta como la incorporación a la cultura americana de los distintos grupos migratorios (es clave el término incorporación, ya que se entiende como un proceso sumatorio). Los migrantes acaban siendo parte de la ciudadanía de los Estados Unidos. A esto lo podemos llamar el mito del "melting pot".

Esta es la concepción que aparece en la obra de Park y Burguess, aunque los mismos autores apuntan que existen límites a este proceso, por ejemplo, por lo que respecta a las minorías raciales (es el término que emplean).

"Assimilation is a process of interpenetration and fusion in which persons and groups acquire the memories, sentiments, and attitudes of other persons or groups, and, by sharing their experience and history, are incorporated with them in a common cultural life. In so far as assimilation denotes this sharing of tradition, this intimate participation in common experiences, assimilation is central in the historical and cultural processes" Park y Burguess (pag. 736-737)

Una de las mejores manifestaciones de esta idea se puede encontrar en la propuesta de Milton Gordon sobre los siete elementos del proceso de asimilación, en Assimilation in American Life, pág. 60 y ss. (gráfico en página 71):

http://www.cairn.info/revue-francaise-de-sociologie-2008-5-page-3.htm
Este proceso no era planteado por Milton como inevitable, aunque frecuentemente se ha hecho esta lectura, sino más bien como una descripción de los pasos necesarios para poder hablar de un proceso de asimilación completo (de hecho lo describe a partir de grupos de población imaginados como los "Sylvanians" y los "Mundovians", es decir, se podría indicar que se trata de una explicación de "tipo ideal" como él mismo señala). Le preocupaba que además de la asimilación en el plano cultural, se produjera asimilación en el plano de las relaciones sociales (lo que llama estructural, cívico, etc.), incluso biológico ("amalgamation"). Tampoco se ha de interpretar que las etapas se suceden unas a otras en el orden en el que aparecen en el listado.

Ya desde el principio, autores como Wirth en The Ghetto explican que en Chicago no todos los grupos migratorios tienden a una completa asimilación (entendida como americanización) y observan diferencias, por ejemplo, entre los judios de origen alemán y los provenientes del Este de Europa en su nivel de asimilación (que se manifiesta, por ejemplo, en el uso del espacio urbano).

Se puede por tanto trazar dos grandes líneas para los procesos migratorios: la asimilación completa (bien en el sentido europeo, que dirían Park y Burguess, que implica la completa pérdida de la cultura de origen, bien en el sentido americano que significa la aportación a la cultura de destino) y la segregación social caracterizada por procesos de discriminación, racismo o subordinación. Este último proceso, nos llevaría a hablar de un proceso de constitución de minorías étnicas por el cual los grupos migratorios pasarían, con el paso del tiempo, a ser grupos minoritarios en la sociedad de acogida, como ha ocurrido con la población afroamericana en Estados Unidos o con la población romaní en Europa. Park explicaba que la asimilación se lograba precisamente cuando el individuo no se enfretaba a actitudes prejuiciosas o conductas discriminatorias (al igual que Gordon).

Por supuesto habría opciones intermedias. Una forma de verlo pasa por entender a las personas migrantes como "aves de paso" (Birds of passage, como titula su obra Michael J. Piore). En este caso la asimilación o la segregación no serían los destinos de la población inmigrante ya que de estos se espera que realicen una migración de retorno, una remigración, mantengan procesos migratorios circulares (o pendulares), en definitiva, que su proceso migratorio esté marcado por la temporalidad. El concepto de transnacionalismo también es aprovechado en este sentido para eliminar la cuestión de la integración del debate migratorio.

Dentro de las opciones intermedias se puede emplear igualmente el concepto de asimilación segmentada, tal y como proponen Portes y Zhou en su artículo "The new second generation: segmented assimilation and its variants". Este hace referencia a que miembros con un mismo origen (en el ejemplo habla de los haitianos) pueden adoptar estrategias de asimilación diferenciadas: las que siguiendo la clasificación de Berry podría llamarse segregadas, las integradas de la población de clase media o las de la población afroamericana. El dominio de unas trayectorías u otras es explicado por los autores en función de los modos de incorporación ("modes of incorporation") que incluye las políticas del gobierno receptor, los valores y prejuicios de la sociedad receptora y la características del grupo étnico. Estos pueden variar entre distintas nacionalidades de origen (ver gráfico), pero también por otros motivos en el interior de cada grupo (ya sean variaciones grupales como la diversidad interna del grupo o las variaciones individuales). En el artículo citado, además del caso de los haitianos, se ilustra esta variedad de trayectorias de asimilación a partir del caso de los mexicanos, los sikhs (Punjab) y caribeños (Cuba, Nicaragua, Jamaica, Trinidad y Haití).

Modos de incorporación (figura original en pag. 84 de Portes y Zhou).
Explican los autores que la combinación de valores y prejuicios de la sociedad receptora con respecto al color de la piel, la localización y la ausencia de mecanismos de movilidad social ascendente explican la falta de procesos de asimilación con los valores culturales y pautas sociales de los grupos dominantes en las migraciones actuales en los Estados Unidos. De igual modo, también son relevantes las políticas del gobierno, por ejemplo, en materia de protección de determinados grupos de refugiados, organizando los flujos migratorios con países específicos o prohibiéndolos con otros países. Finalmente conceden gran importancia al modo en el que se organizan las relaciones sociales entre la propia población inmigrante.
La preocupación por la situación de la segunda generación de Portes ha traspasado el Atlántico, en el trabajo realizado por Alejandro Portes, Rosa Aparicio, William Haller y Erik Vickstrom sobre la segunda generación en Madrid. Del texto se extrae que las ambiciones escolares y ocupacionales de este grupo son menores, aunque la distancia no sea mucha, que las de la población nativa. Sin embargo, en la prolongación de dicha investigación (con datos adicionales recogidos en 2011-2012, los anteriores eran de 2007-2008, en las ciudades de Madrid y Barcelona) los resultados son más optimistas como indica este resumen elaborado por Portes y Aparicio. Copiamos literalmente su conclusión:

"Conclusión: Los resultados de nuestro estudio no apoyan conclusiones negativas o alarmantes sobre la integración de la segunda generación. La gran mayoría de los hijos nacidos en España o traídos al país a edad temprana se quedan en España y continúan sus estudios. Pese a la crisis económica y la modestia de sus hogares, avanzan en sus expectativas de educación futuras y en su identificación con el país. Sólo una pequeña minoría da síntomas de movilidad descendente como maternidad o paternidad prematuras o encuentros con la policía. Más preocupante es el abandono escolar y el desempleo que afectan aproximadamente a un 15% de los encuestados. Sin embargo, las cifras son similares entre los autóctonos, datos que nos hace concluir que los hijos de inmigrantes se han integrado a la juventud española y que sus diferencias con los hijos de nativos van disminuyendo con el tiempo." Fuente: Portes y Aparicio (2013).


Esto nos lleva a preguntarnos sobre cuáles serían los procesos de asimilación en España. Resultados como los aportados por Portes et al. hablan de que podríamos encontrarnos con casos de asimilación en el sentido más tradicional de la palabra (con similares logros sociales -educativos y laborales- que la población autóctona y adopción de los elementos simbólicos de la población del país de destino -lengua, identificación, nacionalidad, etc.-). Sin embargo, hablar de "segunda generación" podría ser un indicador de lo contrario: de que se está avanzando en el proceso de formación de minorías étnicas. Cuando el término "segunda generación" pasa de ser un término empleado por la Sociología con fines descriptivos (puede que poco afortunado) a ser un término del lenguaje común, cabe otra consideración adicional sobre cómo están funcionando los procesos de asimilación. El término "segunda generación" empleado de forma literal implicaría que la condición de migrante es hereditaria. Esta barbaridad semántica significa por tanto algo distinto: para explicar las condiciones de vida y pautas culturales de los hijos de los inmigrantes su grupo étnico de pertenencia es relevante. De igual modo, si seguimos denominando inmigranes a sus madres y padres, después de períodos prolongados de residencia en el país de destino, hablando correcto español o alguna de las otras lenguas oficiales, habiendo formando familias en España e incluso habiendo adquirido la nacionalidad española, podemos encontrarnos en los inicios de un proceso de etnificación de la sociedad. Es decir, si la condición de migrante no se extingue, implica que el tiempo de estancia en el país no garantiza un progresivo proceso de asimilación. Si la condición de migrante tuviera caducidad, se observaría en nuestro vocabulario, por ejemplo, cambiando expresiones como "inmigrantes" por términos y expresiones como "españoles de origen x", "nacidos en x", palabras compuestas (¿"latino-españoles"?, ¿"afro-españoles"?, ¿"asiático-españoles?")... o, más claramente todavía, si no existiera forma de denominarlos y fueran considerados ciudadanos de pleno derecho. Por supuesto, se están citando aquí algunas de las designaciones que son comunes en otros espacios migratorios, muchas de ellas difícilmente aplicables en España. Por otro lado, el uso de estos términos no siempre es indicador de un mayor éxito del proceso de asimilación, sino que puede ser reflejo únicamente de ciertas dosis de hipocresia del habla "políticamente correcta" (esto es, el uso de expresiones corteses, diplomáticas o que evitan ofender).

Se ha de entender que el término asimilación es usado por los autores clásicos en un sentido descriptivo, desprovisto de carga valorativa, sin embargo, cuando se añade la carga valorativa y se señala que la asimilación es el objetivo deseable en los procesos migratorios se está asumiendo varios elementos que es necesario indicar desde una lectura crítica:
  • Se trata de una valoración etnocéntrica en la que la cultura de destino es considerada una cultura más valiosa que la de origen.
  • Se sitúa a la persona inmigrante en situación de déficit (debe aprender el idioma, la cultura, los valores, sin otorgar valor a su conocimiento).
  • Se trata de un ejercicio de violencia simbólica (por ejemplo, en la medida que ciertas formas de habla, acentos, etc... son más valorados que otros), habitualmente asentado en formas de violencia estructural y directa (la historia del colonialismo, la esclavitud, la segregación, exclusión y persecución de las minorías, etc.).

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